Según las especies, el tamaño de las garrapatas adultas (no repletas de sangre) varía entre unos 0,5 y 1 cm. Las larvas y ninfas son bastante más pequeñas. Su anatomía difiere notablemente de la de los insectos.
Han perdido todo indicio de segmentación y carecen de una cabeza propiamente dicha y de antenas. En su lugar poseen dos pares de apéndices, los quelíceros y los pedipalpos, asociados con una boca bastante pequeña. En las garrapatas y en los ácaros de la sarna, los quelíceros están adaptados para perforar y desgarrar la piel del hospedador.
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